lunes, 19 de diciembre de 2016

Todo lo que necesitas es Amar (Anthony de Mello)




¿Qué se necesita para comprender la fórmula de la felicidad? Una sola cosa: la capacidad de escuchar. Escuchar significa estar alerta. Si estás alerta, estás observando, estás escuchando, con una especie de mente virgen. No es fácil escuchar con una mente virgen, sin prejuicios, sin fórmulas establecidas.

No nos gusta lo nuevo; es demasiado molesto, demasiado liberador. Si rechazamos lo nuevo, no estamos dispuestos a escuchar. Pero si lo aceptamos sin discriminar, tampoco estamos escuchando. Tenemos a mano la solución del problema de la felicidad. ¿Por qué no la usamos? No la queremos. Imagina que te digo: voy a darte una fórmula que te va a hacer feliz por el resto de tu vida, disfrutarás de cada minuto del resto de tu vida… ¿Sabes lo que probablemente responderás?: “No me lo diga ¡Basta! No quiero oírlo”.

Ante todo, tu vida es un enredo. ¿No te gusta oírlo? Bueno, quizás eso prueba que es cierto. ¿Estás asustado? Tu vida es un enredo. Se puede perder el miedo y encontrar la felicidad. ¿Estas angustiado por el futuro? ¡Estás en un enredo! Estamos “sentados” sobre una mina de diamantes y no lo sabemos. Pero tú no quieres salir del enredo: la última cosa que quiere un paciente es la cura, no quiere curarse, busca alivio. Preferimos ser desdichados. ¿Estas preparado para cambiar éxito por felicidad? ¿Se te ha ocurrido alguna vez que aquello que llamas tu felicidad es en realidad tu condena? No saber en absoluto de ansiedades, de conflictos internos, vivir sin tensiones, sin desconcierto, sin congoja. ¿Que queda entonces? Felicidad pura, sin diluir. Eso es lo que tienes. Eso es vivir como un rey.




¿Que hago para ser feliz? No debes hacer nada para ser feliz. No puedes adquirir la felicidad, porque la tienes, ¡la tienes en este mismo momento! ¡la tienes! Pero estás todo el tiempo obstruyéndola.
     El enredo existe también porque tienes ideas equivocadas, no porque algo esté mal en ti. Tenemos instrucciones equivocadas. A tu cultura y a la mía no les importa para nada si tú y yo somos felices o no. Nacimos felices. Toda la vida ésta atravesada de felicidad. Nacimos con el sentido de la vida, pero lo perdimos. ¿Por qué lo perdimos? Porque nos enseñaron a trabajar activamente para volvernos desdichados. ¿Como lo lograron? Enseñándonos a apegarnos, a tener deseos tan intensos que rehusaríamos a ser felices a menos que fueran satisfechos. La formula es sencilla: el mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del sufrimiento es el deseo-apego; la supresión del sufrimiento es el abandono del apego. Porque el apego produce ansiedad. De modo que la felicidad solo podría definirse como el abandono de la ilusión, el abandono del apego. Cuando se abandona la desdicha causada por el apego, se alcanza la felicidad. Si para ti la felicidad significa emociones, diversión, placer..., entonces hay contradicción. Emociones, diversión, placer, no son felicidad. La felicidad es un estado de desapego.

¿Carecer de apegos significa abandonar los esfuerzos creativos humanos, dejar de luchar e incluso de soñar? De ninguna manera. Se tiene mucha más energía cuando no se tiene apego, se tiene toda la energía disponible para uno.
   En el momento que te atrevas a exponerte –aunque sea durante dos segundos– a la verdad, estarás “perdido”. Porque si la vislumbras aunque sea una vez, algo en ti te volverá a llevar hacia ella. Si la ves, serás conducido a ella nuevamente y, cada vez en mayor medida, te volverás más libre y feliz.



Nada en la realidad, nada en la vida, nada en el mundo te perturba; nada tiene el poder de perturbarte. Toda perturbación está en ti, no en la realidad. Si no existiera la mente humana no habría problemas. Todos ellos existen solo en la mente humana. Todos son creados por la mente. Nada te perturba. Te perturbas a ti mismo cuando algo sucede. Hemos sido adiestrados para depender emocionalmente de los demás, para no ser capaces de vivir emocionalmente sin ellos. Cuando uno se perturba, tiene menos energía para hacer cosas y tiene menos capacidad de percepción. Ya no ve las cosas correctamente, reacciona con exceso.

Cuando no hay tensión ni perturbación, se desatan todas las fuerzas dentro de ti. Si lo logras, comprenderás qué es la verdadera dicha y el verdadero entusiasmo, que significa zambullirse en la vida, con alma y vida, con pasión. ¡Lánzate directamente a eso, sin dudar!, porque ya no estarás atenazado por emociones programadas.
    Nunca vivirás hasta que dejes de aferrarte a la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere. Si tu felicidad depende de alguien o de algo, es inquietud, es tensión, es presión, es temor. Deja de lado la obstrucción, abandona las creencias falsas y el apego desaparecerá. Entonces sabrás qué es la felicidad.

Para alcanzar la iluminación, la espiritualidad, la liberación, todo lo que tienes que hacer es comprender. Hasta ahora siempre te has identificado con lo que sentías, pero ahora descubrirás que no eres tus sentimientos, no eres tu desdicha, no eres tu disgusto. La vida no es cruel contigo. ¿Cómo lo “arreglo”? No lo “arregles”. Entiéndelo, míralo; no cambias, la vida cambia, como también lo hace la naturaleza. Uno debe limitarse a hacer algo para ayudarla.




Vemos que todos estamos embarcados en el cambio. Queremos cambiarnos a nosotros mismos, queremos cambiar el mundo. Eso es lo que nuestra estúpida programación nos ha inculcado. Tenemos que cambiar todo, sin antes haber entendido nada. Lo que necesitas no es cambiar, es comprender. Compréndete a ti mismo, comprende a los demás. No estás aquí para cambiar el mundo, estás aquí para amarlo. ¿Sabes qué significa amar? “Amar” significa ¡Ver! ¡Comprender!

Una gran mentira que nos han contado cuando éramos niños es la siguiente: “Necesitas ser amado” ¡Basura! Y todos lo creen. Te diré lo que necesitas. Hay solo una necesidad, que es “amar”. No hay otra.




Anthony de Mello - Medicina del Alma




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